jueves, 19 de julio de 2012

Sobre las relaciones sociales.


Sobre las relaciones sociales:

En esta sociedad en la que vivimos, la mayoría de personas dividen sus relaciones sociales en pequeños estamentos o grupos. Creamos grupos cerrados, como una pandilla de amigos, como una familia, unos compañeros de trabajo, una pareja, etc.

Normalmente, cuando nos encontramos ya instalados dentro de un grupo social (o de varios, pues pertenecer a un grupo no excluye el poder pertenecer a algún otro), cuando nos encontramos “a gusto” con las personas que forman ese grupo, cuando las “conocemos” y establecemos un cierto grado de confianza con ellas, tendemos a rechazar o evitar otras relaciones sociales de tipo espontáneo. No todos, claro está, pero si una gran mayoría de la sociedad.

Cuando formamos parte de un número determinado de grupos sociales cerrados, nuestra visión del resto de personas cambia. Al no gozar de la “confianza” que establecemos con los miembros de nuestros grupos, tendemos a ver a los no miembros como meros extraños, y normalmente no nos apetece establecer contacto profundo con ellos, nos limitamos a utilizar los gestos necesarios y las palabras necesarias, que vienen dados por los estereotipos sociales y la falsa obligación moral de ser una persona cívica y cordial.

¿Qué ocurre con esto? A simple vista no parece un hecho dañino para el alma humana, pero si nos paramos a razonar un poco, nos daremos cuenta de que su importancia es vital para el cultivo de la cultura, del individuo como tal y de su propia autoconciencia. ¿Cómo aprendemos los seres humanos? ¿Cómo adquirimos conocimientos? ¿Cómo absorbemos y percibimos el mundo que nos rodea? Está claro que de muchas maneras, como el estudio o la experiencia vital. Pero bajo mi punto de vista, una de las formas más transcendentales que posee el ser humano para intercambiar vivencias y conocimientos son las relaciones sociales. La inmensa mayoría de población deja de adquirir conocimientos por medio de la lectura o el estudio cuando consigue establecerse en la sociedad, cuando lleva a cabo la función que se le haya designado socialmente. Entonces, su vida suele limitarse a su ocupación profesional, y a las relaciones sociales de las que goza. Aquí es donde toman importancia estas relaciones.

Por medio de la palabra, de los gestos, o del comportamiento, los seres humanos se relacionan entre sí y se conectan cual red informática global, pues no cesan de transmitirse mutuamente sentimientos, ideas, hechos, opiniones, preocupaciones, instintos, recuerdos, y así un largo etcétera que bien podría no acabar. Todo aquello que yo transmito al prójimo, nutre su intelecto y su autoconciencia, llena su pensamiento con datos que antes no se encontraban ahí. Esos datos cumplen muchas funciones, pero está claro que sirven, sobre todo, para el progreso de cada individuo, y por lo tanto, para el progreso de la sociedad. Además, cuando intercambiamos estos datos con otras personas, también estamos cruzando distintos puntos de vista acerca de la realidad.
Así, por ejemplo, si yo tengo un cierto punto de vista o un ideal marcado acerca de un hecho, porque solamente consigo verlo desde mi Yo subjetivo, necesito conocer el conjunto de datos que forman la visión distinta de otro individuo, para poder abordar la realidad no solo de frente, sino también de lado, por el costado, por arriba y por abajo. El cruce y la síntesis de diversos puntos de vista nos ayuda a llevar luz donde no la hay, nos permite iluminar las sombras que son indescifrables por un solo intelecto.

¿Qué tiene esto que ver con la reducción de las relaciones sociales a pequeños grupos sociales? Pues que al relacionarnos siempre con las mismas personas, llega el momento en que el cruce de datos es mucho menor, o siempre hace referencia a los mismos datos. Llega el momento en que se corre el riesgo de reducir los puntos de vista de los miembros de un grupo social a uno solo. Es decir, puede llegar a ocurrir que un grupo social comparta un mismo punto de vista acerca de la realidad. Esto no es necesariamente así, pero ese riesgo existe. Cuando compartimos nuestro tiempo con los miembros de los grupos sociales a los que pertenecemos, acabamos conociendo muy bien a esas personas, sus pensamientos y sus formas de actuar. Esto nos da un cierto grado de confianza y serenidad, pero nuestro nivel de adquisición de datos y puntos de vista baja de manera demasiado intensa.

Supongo que esta necedad no es fruto más que del miedo que tiene el hombre a lo extraño, a lo que no conocemos. Cada vez que establecemos una nueva relación con alguien que no pertenece a nuestros pequeños grupos sociales, nos sentimos extraños, cautelosos; no nos gusta mostrar demasiado de nosotros, no queremos mostrar nuestros puntos débiles y que sepan de que pie cojeamos, pero sí queremos descifrar cuanto antes qué se esconde tras la mirada del extraño, que forma de ser oculta, pues lo desconocido nos produce un tremendo desasosiego. Preferimos encontrarnos en un círculo de confianza, aunque eso signifique una idiotización de los temas que se discuten, y una limitación de los datos que se cruzan. Esta limitación conlleva el retraso de la sociedad, pues su avance intelectual e individual se estanca, llevándose consigo la humanidad entera.

¿Qué se debe hacer? Cambiar nuestra visión social, destruir los estereotipos que nos han inculcado de forma tan destructora para nuestra autoconciencia y nuestro cultivo interior y social. ¿Qué es lo que ganamos formando una sociedad desconfiada, recelosa del prójimo? ¿De qué nos sirve limitar nuestra existencia a un conjunto de relaciones personales? ¿Por qué formar grupos cerrados, elitistas, despreciadores de lo extraño y conformistas, que sólo necesitan “estar agusto” para vivir bien? No...ese no es el camino.

Debemos ver la humanidad como una gran red, en la que debemos compartir todo nuestro jugo interior con el prójimo, siempre que sea posible, abriéndonos a nuevas experiencias y nuevas ideas, nuevas formas de ver la realidad. Debemos nutrirnos de todo aquello que cualquier persona quiera regalarnos, y a la vez regalar al prójimo todo aquello que consideremos oportuno. Esto es muy importante, debemos llevar a cabo una criba de la información que queremos recibir, y otra de la que queremos emitir, pues ni el tiempo es infinito ni todos los datos son importantes. Si esta visión social se convirtiera en red y la criba antes mencionada se llevara a cabo, el progreso del ser humano sería patente y visible de forma extraordinaria, pues no dejaríamos de sintetizar y cruzar datos que posteriormente derivarían en conclusiones vitales generadoras de cultivo humanístico.



José Carlos Cuenca Pulido
06/07/12




miércoles, 16 de mayo de 2012

Pasos para hacer a tu alma volar

  
 Pasos para hacer a tu alma volar:

1. Elimina la carga inútil de estereotipos.

2. Cultiva tu autoconciencia.

3. Inúndate de percepciones.

4. Deja que tus ideas  fluyan sin censura.




domingo, 29 de abril de 2012

Breve guiño a la amistad y el cariño.

    Pongamos que son las 2 de la mañana. Ambiente cargado, habitación pequeña. Altavoces que brillan por su falta de presencia y requemor en el cerebro por la última clase de Bolonia (o más bien de Boloñesa) presenciada a deshoras; por  lo tanto, el descargue intelectual viene dado por definición, y aún así, no se descarta el probable goteo natural de ideas interesantes que pululan hambrientas en busca de logos.

    Somos dos en esta historia. Perdón tres,  si contamos a Agatha la guitarra,  que nos mira desde una esquina, con un semblante y un brillo, que roza lo lúgubre pero acaba inundándote de vida, como esas noches tan amargas en las que la soledad consigue enseñarte más de lo que eres capaz de asimilar. 

    Después de una hora de intenso duelo baloncestístico proporcionado por la canastita anti-madurez que se esconde detrás de la puerta , un señor campero con patatas y mahonesa, y una serie de carcajadas contagiosas y engendradas por chistes malos y bostezos, la metáfora se antojaba necesaria. Una breve instropección y un par de miradas a Agatha detonan el artefacto.

    La amistad es como una guitarra. Es fácil empezar con ella, prácticamente nadie tiene miedo a acogerla en sus brazos, y cualquiera sin conocimiento previo es capaz de aventurarse y fabricar unas risas entre colegas. Pero eso sí, y esto es...irrefutable, tanto la amistad como la guitarra necesitan de dos elementos vitales para alcanzar la armonía y llegar a crear música, arte, belleza. Estos son, sin temor alguno a equivocarme, el cariño y las buenas vibraciones.





BA DUM TSSS!!

   Este es mi pequeño guiño al cariño amistoso. Nadie sabe muy bien cúales son sus límites, ni sus normas, cada uno lo ejerce como buenamente puede, intenta, o su pudor le permite. Después de la metáfora de la guitarra, llega el abrazo, el abrazo sincero y no cordial, y la energía positiva que ese contacto físico conlleva. 
  
   Yo por ejemplo, suelo dar muchos abrazos de este tipo, y muchas veces pienso y veo que otras personas, o en el ámbito social general, se suelen dar menos abrazos y muestras de cariño de los que de verdad se necesitan o se gustarían dar, y aún con esto, sigo pensando muchas otras personas sí que se nutren de ello, y por eso hay esperanza. Somos animales, nuestro instinto nos llama al contacto físico, el estereotipo y la visión social y educada nos alejan de él pero muchos aspectos siguen siendo vitales. Estar con un colega, relajarse de la carga social y lanzarte a dar un abrazo es lo mismo que decir: ¡Eh, tío, estoy agusto contigo, ahora soy yo mismo, existe una complicidad entre nosotros que nadie más tiene y ahora mismo necesito que sepas que me siento tu amigo!

   Vergonzosos, estereotipados, temerosos de lo erótico y huidores de virus, no temáis. Ya dije que doy muchos abrazos pero también uso otra muestra de cariño que a mí me divierte, pero que en numerosas ocasiones a mis compañeros de andanzas no tanto. Me refiero a la llamada "violencia amistosa", que aunque su nombre pudiera resultar contradictorio suele ser efectiva cuando la ausencia de cariño se masca en el ambiente. Muchos han probado ya mis puñetazos, collejas, empujones, codazos, agarrones ...y así un largo etcétera. 

   Algunos reaccionan bien, otros no tanto, pero la realidad es que para mí también son muestras de cariño. Si estoy contigo, y existen buenas vibraciones, es probable que se acerque algún tipo de maltrato físico de forma inminente, pero no debes temer, en un ochenta por ciento de los casos soy capaz de controlar mi fuerza y no causar dolor agudo ni perpetuo. Es sólo una manera alternativa de decir todo ese rollo de la conexión, de la amistad y la complicidad pero de un modo más directo y chocante. Desde aquí lanzo un mensaje a mis amigos; que me perdonen ese veinte por ciento de los casos, y que se sientan contentos y felices, pues solo es cariño hardcore el que destilo.

   Como conclusión, da abrazos o pega guantazos, pero no contengas tu instinto.