que subir cada noche a mi tejado, a contemplarte.
Qué otra cosa podría yo desear,
aparte de alzar un pulgar en la oscuridad
y gritar ¡nube! como aquél que pide un taxi.
Y cuando llegara la nube, si me dejara montar,
dime Luna, ¿qué podría yo pagarle
a cambio de que me llevara a visitarte?
Con sueños. Con sueños pagaría,
pues soy pobre de monedas pero mis sueños bastarían
para alcanzar tu compañía y poder filosofarte.
Porque...¿para qué, para qué intentar pintarte?
Dime Luna, qué lienzo sería capaz de reflejar
tus reflejos en la noche, tu color plata tan brillante.
Te prometo Luna, que aunque me llamen loco, subiré a tu lado,
y sentado en tu regazo, para evadirme de la realidad,
nos reiremos de los necios que se contentan con mirarte.
Luna, hogar de locos y hogar de sabios. Descanso de miles de pensamientos de poetas insaciables...
ResponderEliminarBravo.